miércoles, 27 de febrero de 2013

Infiltrados, simpatizantes y monárquicos de toda la vida


Ya se ha celebrado la tercera tertulia republicana en Málaga. Muchas gracias a todos los que han asistido este martes 26 de febrero en el bar el Pimpi, nos lo hemos pasado muy bien, hemos tomado unos vinos y hemos hablado de todo. Y cuando digo “gracias” no sólo me refiero a los compañeros, a los amigos, a los simpatizantes que han asistido, también me refiero a los infiltrados, da igual que sean fascistas, comunistas e incluso la propia policía, que nunca se sabe. A los infiltrados también deberíamos en conciencia darles las gracias por su fidelidad, ya que con el tiempo uno termina tomándoles cariño, a veces mucho cariño, tanto que hasta hay quienes se acuestan ellos. Es más, cualquier reunión de republicanos que se precie, debe poder contar también con sus propios infiltrados de confianza o con su infiltrado de guardia o con su infiltrado de familia. Algo parecido, aunque salvando las distancias, ocurre con la figura del simpatizante de toda la vida, ese que dejaría a Heráclito confundido si pudiera levantar la cabeza, porque ni se bañan el mismo río, ni en un río diferente cada vez, más bien ni siquiera se bañan. Pues sí, a todos y a casi todo se le termina cogiendo cierto afecto; a casi todo. Por mucho que nos sorprenda algunas personas le toman afecto sin saberlo incluso a sus enfermedades crónicas ¿Cuántas veces hemos oído decir a alguien que algo que sea bueno para su reuma, para sus dolores de espalda o para su diabetes? Cuando todos sabemos que lo que es bueno para el reuma, para la diabetes o para cualquier otra enfermedad que se padezca no es bueno para uno, y España, os aseguro, padece de desde hace ya demasiados años monarquía crónica con brotes recurrentes de “borbonismo”. 
Las tertulias republicanas, al menos en lo que a mí respecta, no aspiran ni mucho más ni mucho menos que a contribuir a crear un ambiente liberal, relajado, tranquilo, alegre, a una hora que nos ha parecido a muchos muy adecuada para que podamos olvidarnos de los problemas del día y opinar, disentir, crear polémica, reírnos un rato y en definitiva aprender de nosotros mismos y los demás. Eso sí, sin jefes, ni conductores, ni profetas, ni parásitos, ni príncipes ni nada que se les parezca; aquí somos todos personas. Ni siquiera hablaría ya a estas alturas de hombres y de mujeres, ni mucho menos de grandeza o pequeñez, sino de personas, simple y llanamente. Para nosotros no hay detrás de un gran hombre una gran mujer, para nosotros, los hombres y las mujeres no son pequeños ni grandes y por supuesto no van uno detrás del otro sino juntos, porque antes que hombres o mujeres somos seres libres, iguales y fraternales.
No venimos aquí cada semana a planear ningún golpe contra la vida de ningún monarca, a ninguno de nosotros se le ha ocurrido hasta ahora tal cosa y me parece muy poco probable que en el futuro algo así pueda suceder entre nuestras filas. Tampoco estamos aquí para derribar los cimientos del estado borbónico a través de un contubernio judeo- masónico ayudados por los servicios secretos de la Pérfida Albión, ni vamos siquiera a conspirar contra el alcalde, ni a echar la estatua del Marqués de Larios al agua. No tenemos ninguna intención de secuestrar al obispo, ni de atentar contra los mandos militares, ni contra nadie. Pueden estar seguros de que no vamos a quemar iglesias ni a tirar curas por el campanario, ni a beber sangre de niño, pero todos los martes vamos a hacer algo aún peor, mucho peor: Vamos a hablar del futuro, o de futuro, como queráis y lo dejo, como es natural, a la decisión de todos: Ya se sabe que no es lo mismo hablar de amor que hablar del amor. Pero eso sí, sea del futuro o de futuro vamos a hablar entre todos.
Hay quienes han confiado y aún confían en sus fusiles, tienen muchos partidarios y parece que los les va demasiado mal, o en los números que nos reducen a simples datos estadísticos, a estos les va aún mejor, o en las tradiciones, o en los mitos religiosos. Si he de ser consecuente con mis ideas he de decir que puede que todos ellos tengan razón, o algo de razón, aunque lo dudo, pero en todo caso tienen todo el derecho del mundo a hacerse oír, no a disparar por supuesto, e incluso a confiar en lo que les parezca. Pero nosotros confiamos en un arma muy poderosa, mucho más poderosa que la de ellos, imposible de igualar, no lo olvidemos: Nosotros contamos con el ideal la República, contamos el pensamiento libre, con la palabra. Nos bastamos con tres conceptos muy sencillos que nos sirven de guía, La Libertad, la igualdad y la Fraternidad y disfrutamos de unos derechos adquiridos que debemos a nuestros mayores y que están en peligro. Somos todos responsables de la conservación de este patrimonio de ideas y de pasar el testigo histórico a las futuras generaciones. 

Salvador Crossa Ramírez.

No hay comentarios :

Publicar un comentario