viernes, 12 de julio de 2013

HISTORIA INVISIBLE DE ESPAÑA

De la Litografía

Luis R. Chapín Pomares.

Todas las personas que nos asomamos a estas ventanas de libertad, que es lo que son para nosotros las páginas donde moran nuestros afines, solemos tener como referente personal unas determinadas materias de las que emanan nuestros trabajos, estudios, aficiones, y actitudes de toda índole. Hablo de la Ciencia, la Filosofía, la Historia, la Pintura, El Deporte, las Matemáticas, la Geología, la Mecánica , la Música (no sólo la Clásica, Rock, Pop, Flamenco etc), la Arqueología, la Fotografía, la Antropología, la Física, la Danza..(por poner unas cuantas), en fín, de todo ese innumerable conjunto de ciencias, artes y saberes que nos conforman como seres humanos y que, si nos fueran arrebatadas repentinamente, nos llevaría inexorablemente en dos o tres generaciones a la búsqueda del primigenio refugio de las cavernas. 
No deja de causar perplejidad -además de tristeza y desolación- que por estas latitudes, cada vez que una de estas materias ha intentado superar ese punto de inflexión que determina el avance hacia el progreso, o su estancamiento y esclerosis, es brutalmente zancadilleada, paradójicamente, por aquellos entre cuyos deberes debería estar el velar por la mejora de los instrumentos y capacidades de su nación y la de sus súbditos, mejoras que no sólo suelen ser de índole cultural o moral, sino también sustancialmente económicas, y muy a tener en cuenta a la hora de mantener una saneada balanza económica. Ha sido pues este un tic recurrente de la realeza y oligarquías anexas de este país, achuchadas insistentemente por un clero inmovilista y ceñudo, cuyo fanatismo hunde sus raíces en los más oscuros coprolitos de las catacumbas romanas; un odio hacia lo novedoso zaíno y malévolo, que probablemente tiene poco de religioso y sí mucho de esquizofrénia atávica y auto-destructiva, más relacionada con la cagalera murciana que impone el instinto de supervivencia que con los límenes de lo divino. 

Voy a poner un sucinto ejemplo de una pequeña parcela que a mí me atañe como Licenciado en Geografía e Historia versado en grabado, pero con el convencimiento de que cualquiera de vosotros podría mostrar una serie inacabable de ellos -os animo desde aquí a que lo hagáis-, en cada una de vuestras disciplinas. En mi caso particular, debido a que en Historia tocas muchas otras ramas (Arqueología, Antropología, Diplomática, etc.), me doy de narices con esta particularidad en innumerables historiografías, manuales y compendios, tanto, que a veces dudo de si estoy sufriendo un deja-vù. 

El ejemplo que me ocupa, por elegir uno de los múltiples que ahondan en la miseria cultural que arrostramos secularmente gracias a nuestras “Ilustrísimas” majestades y sus lacayos políticos, alude a la instauración de la Litografía en España, técnica, para el que no lo sepa, que sustituyó al grabado tradicional al cobre o la madera en las publicaciones, lo que supuso un paso crucial para la estandarización y popularización de imágenes, periódicos y todo tipo de publicaciones, otrora caras y elitistas, y a partir de este momento, asequibles para un mayor abanico estamental y poblacional. Claro, esto en los países, que no sufrían los puyazos del báculo romano y el absolutismo renqueante; aquí sucedió de otra manera. 

Los primeros pasos que dió la litografía en España acontecieron en Madrid en 1819, con la creación por parte del cartagenero Jose Mª Cardano, -hombre de ideas liberales y afecto al gobierno constitucional emanado de las cortes de Cadiz de 1812-, del Establecimiento Litográfico del Depósito Hidrográfico de Madrid. Para aprender la técnica, Cardano tomó clases en Munich con el mismísimo Snelfelder inventor de la técnica litográfica. Esta empresa la había co-fundado con su tío, Felipe Bauzá, y tendría múltiples problemas con el entorno monárquico de Fernando VII, que no veía con buenos ojos que éste novedoso medio de comunicación (ya se podría hablar “de masas”) estuviera en manos de aquellos que detentaban nuevas ideas revolucionarias y anti-absolutistas. Ya pocos años atrás, los grabadores reales, como Manuel Salvador Carmona, habían tirado por tierra cualquier intento de modernización en lo referente al aguafuerte, al negarse éste, como director de la Academia de San Fernando, a admitir tal técnica frente a la tradicional del buril, impidiendo por tanto cualquier tipo de modernización. No le iría pues mejor pocos años después a la nueva técnica, la litografía, nacida aquí bajo los auspicios de la cartografía marina, de la cual Jose Mª era una eminencia reconocida incluso internacionalmente. Sus primeras tiradas, ante el abandono institucional, tuvieron como receptor al pueblo burgués y común, en un intento de tener una salida aunque fuera en lo comercial, con escenas de género, de tema libre, de retratos y algunas de caráter religioso. Esto conllevó una nueva libertad en la elección de los temas y con la acertada dirección de Cardano, la creación de los primeros ensayos en la nueva técnica por tres de los mejores dibujantes de la época, Goya, Vicente Lopez y José Ribelles, que dieron al Establecimiento una libertad y una frescura creativa, que trás su disolución en 1823, jamás volvería a alcanzar. 

Con el fin del Bienio Liberal y la restauración de Fernado VII como monarca absoluto, un jalón esencial más, tan necesario para la modernidad de España, cayó bajo la égida inmovilista. El hecho le pilló a Cardano en Londres, mientras se encontraba comprando material para el Establecimiento, ciudad donde se quedó, como uno más de los pioneros del exilio español (“emigrados” los denominaron entonces), ejemplo de lo que hoy llamaríamos fuga de cerebros, y cuyo número se acrecentaría en la centuria siguiente como una muestra más de una pandemia específica de esta atribulada nación, consecuencia del desprecio atávico de sus monarcas y adlateres en su terca tendencia a dilapidar el patrimonio y fuerzas vivas de un pueblo enajenado. A precio de saldo, las instalaciones fueron adquiridas por el pintor de Cámara Jose Madrazo, en lo que paso a llamarse Real Establecimiento Litografico de Madrid, y que, en pocos años, a parte de no aportar ninguna personalidad ni innovación al acerbo propio o a las naciones del entorno, dilapidó la peculiar naturalidad y diversidad de sus antecesores, aplicándose más a la rapidez y difusión de obras ya pintadas y a la “Gloriosa” tarea de inundar las propias colecciones reales con toda una inútil galería de tediosos retratos reales, aristocráticos y de la acaudalada burguesía, en el estúpido e inveterado ánimo de emular toscamente a las asentadas Academias de otros paises, más instruidos y avezados, que no sólo defendían y amparaban a sus mejores talentos, si no que también se apropiaban de aquellos que naciones como la española, imbuidas en la ignorancia de sus gobernantes, perseguían y despreciaban, como pudo ser el caso del mismísimo Federico de Goya y Lucientes. Y en estas estamos en pleno siglo XXI. 

*Fotos litografías, de izq. a dcha: 1ª) El sueño, Goya. Museo Lazaro Galdiano; 2ª) Descanso Huida a Egipto, V. Lopez. Biblioteca Nacional; 3ª) La Condesa de Oxford, dirigido por J. Madrazo (de mi propiedad) 

Luis R. Chapín Pomares es Secretario de Comunicación de la Federación Valenciana de Alternativa Republicana


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