El solsticio de invierno es el momento astronómico
que marca el inicio del invierno en el hemisferio norte. Se conmemora
desde el Neolítico. Ha dado lugar a diversas liturgias y ceremonias en
función de cada cultura humana, pero todas tenían en común la vivencia
interna de los ciclos de la Naturaleza. En nuestra cultura y nuestro
tiempo asistimos a la superposición de festividades religiosas aún a
costa de reinventar la Historia con tal de que encajen las fechas. Me
gustaría recuperar y aplicar el espíritu original de la festividad y
oponerlo al actual consumismo desaforado.
La llegada del invierno suponía en la antigüedad el gran reto
anual, más acentuado cuanto más septentrional fuera la ubicación, por lo
que adquiere su máxima dimensión en la tradición celta. Se trataba de
afrontar la época de escasez; no habría cosechas ni siquiera posibilidad
de recolección de frutos silvestres; los desplazamientos se
complicarían en extremo reduciendo la posibilidad de comercio, caza y
pesca; incluso la manutención de los animales domésticos se convertiría
en una carga que evitaban sacrificándolos y conservando su carne
mediante el ahumado y la salazón, era prácticamente la última
oportunidad de comer carne fresca hasta la llegada de la primavera.
Las celebraciones han variado de unas épocas y culturas a otras,
pero todas han mantenido elementos comunes. El respeto a la Madre
Naturaleza a través del culto al Sol, a árboles sagrados, etc. La
asunción de que las dificultades son parte de nuestra vida. La
determinación de prepararse para los malos tiempos mediante el trabajo y
la anticipación. Y, fundamentalmente, que la unión y la colaboración
entre iguales nos preparan para vencer a la adversidad
independientemente de lo dura y prolongada que se nos presente.
Os invito a recuperar las tradiciones reales sobre las impuestas. Si
se elegía como lugar de la celebración la casa de quien más ayuda
necesitara (compensar malas cosechas, enfermedades animales, deterioro
de graneros, etc.) ofreciéndole regalos y trabajo desinteresado,
intentemos hacer lo mismo. La idea no es consumir por consumir a
beneficio los grandes almacenes, la idea es conjurarnos ante la
adversidad y gastar para compensar al más débil. Unidos/as somos más
fuertes, los poderosos lo saben y tratan de evitarlo, ¿abrimos los ojos?
Como republicano que soy, me temo que no hay solsticio que celebrar.
Venimos de un otoño especialmente largo y duro, casi 80 años de
oscuridad, mentira y miedo. Aún no nos hemos preparado para nuestro
invierno, el que viviremos cuando definitivamente nos conjuremos para
recuperar la soberanía ciudadana frente a la crueldad del capitalismo
encarnada en la monarquía franquista nacionalcatólica. No se puede
cosechar si antes no se ha sembrado y cuidado la cosecha, toca sembrar
información y cuidarla para que germine en concienciación, sólo así
podremos recolectar movilización ciudadana. Mientras, no podemos
olvidarnos de quienes más sufren, debemos estar prestos para apoyarles y
colaborar con ellos/as, pero no podemos sustituirles, sólo se puede
luchar al lado de quien ha decidido luchar.
Os felicito a todos/as el solsticio de invierno astronómico. Os deseo unión, hermandad y solidaridad.
En cuanto al solsticio de invierno republicano, os emplazo a trabajar para que llegue. Ayer se nos escapó, mañana es tarde, ¡hoy es el día!
En cuanto al solsticio de invierno republicano, os emplazo a trabajar para que llegue. Ayer se nos escapó, mañana es tarde, ¡hoy es el día!
Salud y República.
Javier Sánchez-Mota.
Ciudadano. Militante de Alternativa Republicana de Málaga.
Alternativa Republicana no se identifica necesariamente con los contenidos publicados, excepto cuando son firmados por la propia organización.
Hoy empieza a crecer el día.
ResponderEliminarCrezcan con él nuestas ilusiones y se vean cumplidas en el 2014